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20181021

Homenaje a Jordi Savall

Hablar de Jordi Savall a estas alturas es casi innecesario. Jordi es el músico más grande de nuestros tiempos, a pesar de que no se dedica a la música de masas. No, el Gran Jordi se distingue por su recuperación sistemática de la Música Medieval, la música del Renacimiento y también del Barroco. Sólo de forma ocasional ha hecho incursiones en la música sinfónica y romántica. Al parecer tiene una auténtica obsesión con Jean Baptiste Lully y el para mí excesivamente misántropo François Couperin.

Jordi cuenta con la colaboración de varios combos, como Hesperion XX, La Capella Reial de Catalunya o el Concert de les Nacions, con los que ha conquistado el mundo entero.
Por supuesto ha ganado todos los premios que uno se pueda imaginar y tiene una obra enciclopédica con ventas más que notables. Es mi opinión... Creo que Jordi Savall ha sido muy astuto y ha adaptado esas viejas partituras al gusto de un amplio público actual, que va desde los amantes del chillout, la música étnica, celta, new age, etc. No es mi caso, porque yo adoro todo lo relacionado con la Antigüedad, en contraposición a la vulgaridad de la cultura de masas. 

No obstante cabe agradecer a Jordi Savall su enorme esfuerzo por popularizar la música de calidad. Una de sus muchas obras se basa en las Cantigas de Santa María, música de la corte del rey Alfonso X el Sabio entre 1221 y 1284. Jordi Savall ha desempolvado toda la música de la península ibérica, desde textos moriscos a melodías sefardís, pasando por geniales autores del Renacimiento que sin su obra estarían enterrados en el olvido. Estamos hablando de auténtica arqueología musical.

Por supuesto, el elemento religioso está muy presente, pero, como medida de precaución, se debe centrar la atención en el discurso estético y no en presuntas crisis místicas.

El Gran Jordi es, para mi. un gran héroe de la cultura y la música. Cuando en 2014 rechazó el Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura, dotado con 30.000 euros, mi admiración creció de forma exponencial. El infausto ministro de cultura José Ignecio Wert no se merecía otra cosa.

En este vídeo le podemos ver en acción.