El “movimiento mod” fue tema de debate en
Solomillo London hace unos meses, en medio de una agria controversia. La supuesta relación del movimiento mod con el
ska y los
skin-heads es una exageración calenturienta que surgió en fecha muy posterior al momento de los hechos. El debate fue violento, pero todo parece indicar que las palabras
‘skin’ y
‘ska’ tienen una
muy tenue y
muy lejana vinculación con los mods de los años 60.
Buscando en fuentes históricas de la época, nos centraremos en las crónicas que el diario "La Vanguardia” publicó en 1964 sobre los combates entre mods y rockers. Es la visión de un diario conservador en tiempos de Franco, poco específico en la materia, pero al menos es un documento “in situ”, ajeno a distorsiones historiográficas y manipulaciones a posteriori. Como se podrá comprobar es una visión útil y muy concreta de la realidad mod.
El 4 de abril de 1964 el corresponsal de “La Vanguardia” en Londres publicaba una crónica en la que hacía mención a un
nuevo fenómeno social surgido en Gran Bretaña: el de las bandas de motoristas vandálicos. El diario conservador hacía mención a los disturbios ocasionados por dos bandas de motoristas enemigas:
“mods” y
“rockers”. Era quizás la primera vez que la prensa se hacía eco de la palabra “mod”. El fenómeno había surgido en Gran Bretaña después de que unos miles de jóvenes destrozaran literalmente varias poblaciones costeras del sur de Inglaterra. Así lo relataba:
“Nunca había sucedido nada semejante. La ciudad fue tomada al asalto: cerca de mil motoristas irrumpieron en ella y aterrorizaron a sus habitantes. Hubo escaparates rotos, coches volcados, cafés destrozados, guardias agredidos, ciudadanos golpeados hasta el máximo. Fue como un súbito huracán".
"Clacton-On-Sea se estremeció hasta sus cimientos. Todo comenzó en un restaurante. Un grupo de jóvenes motoristas entró en él y armó un barullo. El dueño del establecimiento rogó a los gamberros que abandonaran el local. Y unos segundos después se desencadenó una lluvia de golpes. Se presentó la policía, y la lucha creció en proporciones. Las peleas corrieron como la pólvora. En un abrir y cerrar de ojos hubo carreras y bofetadas por toda la ciudad. Y cuanto más se esforzaba la policía en restablecer el orden, más motoristas llegaban a Clacton y mayor era la confusión Los gamberros parecían poseídos de un furor devastador, incontenible. La gente de Clacton estaba literalmente aterrorizada".
Un mes y medio después (19 de mayo de 1964), el corresponsal de “La Vanguardia” volvía a narrar nuevos enfrentamientos entre mods y rockers:
"Mods y Rockers han vuelto a las andadas en otras dos ciudades costeras: Margate y Brighton. Se calcula que han intervenido unos seis mil, con las consiguientes peleas entre ellos, el choque con la policía y los daños materiales. Sin embargo, a pesar de la gran mayoría de enormes titulares, la Prensa esta mañana no podía citar ni un caso de que un «Mod» o un «Rocker» hubiese salido maltrecho, aunque dos policías resultaron ligeramente heridos o contusionados. El fenómeno estalló, y adquirió resonancia internacional, hace algo más de un mes en la ciudad costera de Clacton. Dos especies de jóvenes, los «mods» y los «rockers», la invadieron, lucharon unos con otros, y con los policías y contra la ciudad y sus ciudadanos. A más de ser unos gamberros, la cuestión estriba en que «mods» y rockers» no se pueden ver, mejor dicho, verse sí, pero esto les basta para entrar en faena".
En
Solomillo London algunos se emperraban en constatar los “orígenes proletarios” del movimiento mod, cosa que no cuadra demasiado con la descripción de los cronistas de la época:
"Los jóvenes motoristas ingleses se dividen en dos grupos: «mods» y «rockers». Los primeros cabalgan en motocicletas de tipo italiano; los segundos, en motocicletas de motor más potente. Aquéllos visten camisas de cuello alto, calzan zapatos de puntera afilada y peinan largas guedejas. Los jóvenes atildados pasan sus vacaciones en el continente —Italia, en especial— y traen a la isla modas y modos nuevos. Han sido detenidos más de cien gamberros y parte de ellos ya han sido condenados a pasar unos meses apartados de la sociedad o a pagar fuertes multas. Un detalle: un chico (mod) de 18 años, multado por casi 13.000 pesetas, ha pagado allí mismo firmando un cheque".
Esto es lo que llamamos sin duda un
proletario. Sólo como curiosidad, el diario “La Vanguardia” costaba en 1964 2 pts. (precio actual 1.5 € = 250 pts.) Calculando que ([si] 2 ---> = 250 ; 13.000 ---> = x / 166.386 [€] = 9.766 €), en resumen, nuestro caballerete mod acabó pagando una fianza de casi 10.000 euros. Este célebre suceso del pago de la fianza sale reflejado en Quadrophenia, el film de 1979, protagonizado por el personaje que encarna Sting
Estos (los rockers), por su parte, van enfundados en zamarras de cuero y calzan botas altas. Su color preferido es el negro. Los «mods» y los «rockers» se odian a muerte. Nadie sabe por qué. En Clacton no sólo se peleó contra la policía, que era el objetivo común, sino que al parecer el odio entre «mods» y «rockers» pasó repetidas veces del plano de los sentimientos al terreno de los hechos. Sucedió, empero, que cuando un «mod» no encontraba a un «rocker» ni a un guardia, la emprendía contra el primero que se le presentaba. Y otro tanto hacía el «rocker» que no hallaba a ninguno de sus dos enemigos naturales. Los «rockers» visten de cuero negro y cabalgan en motos potentes. Los «mods» (…) se atavían según la moda juvenil al uso y circulan en vespa. Se dice que los «mods» son más refinados que los «rockers», en el sentido de que han prescindido de la cazadora de cuero, lo cual supone un adelanto.
En el anterior debate, algunos insistían en calificar como ‘mod’ cualquier cosa o persona, independientemente de su ciudad de origen. El corresponsal de La Vanguardia recalca:
"(…los mods) Sobre todo son de Londres, donde por la noche se concentran en Soho y donde se les puede contemplar hasta la saciedad (en) la vida nocturna londinense. Dejando a un lado que les desagrada llevar el pelo corto (…) diríamos que el denominador común entre «mods» y «rockers» es un aire que, en definitiva, no es muy estético”.
Obviamente, un diario conservador español en tiempos del franquismo abominaba de mods y rockers, sin hacer ni una sola mención a la música; lo que, de todas formas, sirve para hacernos una idea de quienes eran aquellos jóvenes. Lo curioso es como enfoca el periodista el tema del abuso de anfetaminas. Es desternillante:
“También se les caracteriza porque toman unas píldoras conocidas aquí con el nombre de «corazón de púrpura». La verdad es que tales píldoras no son más que la vulgar simpatina, esa droga que tanta gente normal ha tomado antes de unos exámenes. Lo malo es que aquí las emplean para poder divertirse, y en grandes cantidades, cincuenta píldoras por ejemplo”.
Dios mío ¡!! Cincuenta anfetas en un día!!!
"Este bonito nombre de «corazón de púrpura» no es el título de una novelita sentimental, sino la denominación popular de unas píldoras. Se trata de un estimulante que suele recetarse para combatir el decaimiento, el cansancio o el sueño. Los camionistas que hacen largas tiradas de carretera toman a veces esas píldoras. Y otro tanto hacen en ocasiones quienes están obligados a hacer un trabajo extraordinario y no se sienten con fuerzas para ello. Los gamberros ingleses han descubierto que esas pildoras pueden producir un efecto parecido al de ciertas drogas. Los médicos suelen recetar dos al día. Y determinados gamberros se toman cincuenta, ochenta o cien".
Al parecer los efectos de las
pirulas eran devastadores:
“Uno de esos desgraciados me decía ayer que en cierta ocasión consiguió estar una semana sin dormir. Era un muchacho de dieciocho años, de ojos hundidos y belfo caído. Tenía las uñas comidas. Tartamudeaba. Según él, lo importante de esas píldoras es que hacían desaparecer sus inhibiciones. Parece ser que en su estado natural muchos de esos jovencitos de aspecto estrafalario y agresivo no son más que tímidos corderos. «Sólo cuando he tomado unas cuantas píldoras puedo expresar mi personalidad a través del baile», me dijo un chiquillo de dieciséis años. A veces, sin embargo, los corderitos se convierten en panteras.”
Después de un sinfin de pruebas irrelevantes, este es el primer documento histórico de un observador situado en primer plano en el espacio y en el tiempo. Esto es Historia narrada en el lugar de los hechos. 0 (cero) referencias al
ska y 0 (cero) referencias a los
skin-heads.