Ya hace días que se viene detectando la presencia de extraños anticuerpos dentro de ese basto e indefinido movimiento llamado 15-M. Después de detectarse la presencia de un "portavoz" que en realidad pertenece a una agencia de consulting llamada Fundación Everis" entre cuyos eslóganes aparecen frases como "hay que ganarse el derecho a ser consumidor" la última noticia es que un individuo de nacionalidad argentina vinculado con la Fundación Rockefeller y propietario de Jazztel y Ja.com podría haber dado gran soporte en el plano de las telecomunicaciones.
Uno de los elementos que más hacen sospechar que este movimiento es obra de turbias maniobras en la oscuridad, no está tan sólo en su afinidad con las "revoluciones de colorines" de algunos países ex-comunistas abducidos por el neoliberalismo y las más recientes de los países árabes, donde no ha cambiado absolutamente nada. Y luego está uno de sus eslóganes preferidos:
Efectivamente: no nos representan. Pero estos señores acampados-indignados parecen querer cuestionar más la legitimidad de lo público en lugar de ahondar en las raíces del problema. Detrás de todo el entramado
sin ideología del 15-M hay un objetivo claro: debilitar y desprestigiar al Estado. Que éste no esté
okupado hoy en día de manera
representativa, eso es algo que muchos no dudamos. Que los políticos tienen una parte
considerable de la culpa, tampoco. Pero el hecho de que todas las críticas se centren en la política y no, por ejemplo, en ese ente abstracto llamado "los inversores" o "los mercados"
huele a chamusquina. Es cierto que quienes
okupan el poder son
marionetas de los otros que en definitivas cuentas llegan a su cargo con grandiosas operaciones de
marketing con el que consiguen su éxito electoral. Eso es lo que se tendría que cuestionar, en lugar de poner en cuestión todo lo que los políticos representan. Lo queramos o no, mientras no haya otros vehículos de
representatividad o un medio de
participación más horizontal, tocar las estructuras del Estado es como demoler el barracón donde duermen tranquilas las ovejas para facilitar los ataques del lobo. El neoliberalismo es la estrategia de derrumbe de cualquier tipo de organización pública y social. Comenzaron derrumbando la Unión Soviética y en 20 años han conseguido remover los cimientos del Estado del Bienestar. La única forma de oponerse es una estructura de Estado fuerte y con poder económico, como los EEUU de los años 30 de la mano de Roosevelt. Debilitar la estructura del Estado poniendo en cuestión la integridad de toda la clase política es una irresponsabilidad.
Un ejemplo de lo que digo lo tuvimos no hace mucho con el famoso 'escándalo' de los
eurodiputados que se negaban a viajar en clase turista. La indignación corrió como un reguero de pólvora porque se interpretaba este gesto como una cuestión elitista que para colmo suponía un gasto extra de dinero público. Los eurodiputados no quieren ser como la gente corriente, esa era la impresión general. Nadie se planteó, por ejemplo, que los eurodiputados, como
respresentantes de la voluntad popular tienen derecho a viajar en primera clase con un precio 'turista' por parte de la línea aérea de turno. O incluso gratis. ¿Por qué? Porque justamente las compañías aéreas, muchas de ellas antiguos servicios públicos
privatizados, reciben cuantiosos regalos y políticas beneficiosas para sus intereses por parte del Estado.
En resumen, hay muchas cosas que aclarar en ese extraño movimiento de la #
spanishrevolution. Esto es un aviso a navegantes cargados de idealismo. O depuran a los extraños elementos que rondan el corral de las ovejas o quizás más pronto que tarde se darán cuenta que el resultado de sus actos es capitalizado por quienes menos esperan y que es todo el contrario que el que muchos desean.
El tiempo lo dirá. Mientras tanto, forma de elección de los
representantes democráticos solo hay una, es la que hay, y mientras no se cambien los mecanismos de elección de los cargos públicos, los que han ganado las elecciones SI NOS REPRESENTAN. Nos guste o no. Este blog no es nada
pepero, se puede comprobar fácilmente, pero hoy por hoy los votos valen más que las cacerolas. Y si tan indignados estábamos, el pasado 22-M había un buen montón de opciones políticas a las que votar. El "no nos representan" esconde un ánimo muy poco democrático.