Después de asistir a cumbres climáticas agotadoras, Grieta regresa a su país en un pato eléctrico gentileza de una empresa no contaminante que recicla hasta los kleenex usados separando minuciosamente el papel de los residuos nasales de origen antropogénico.
La verdad es que esta chica me cae bien. Ella no tiene la culpa de tener como madre a una excantante de ópera que ya no es famosa [aparte de quedarse afónica], y un actor de películas de serie B a quien no contratan ni para hacer anuncios de tranchetes. Alguien tiene que mantener a la familia.
Tampoco tiene la culpa de que en el tinglado donde la han metido habiten personajes siniestros como Guillermo Puertas o el enano cantante de U2, Bono.
Tampoco tiene la culpa de que en el tinglado donde la han metido habiten personajes siniestros como Guillermo Puertas o el enano cantante de U2, Bono.
Grieta ha tenido muchos problemas para llegar a Suecia. Intentó regresar en un tren de ganado a través de Alemania y tuvo que viajar sentada en el suelo a pesar de tener un billete de primera clase.
El revisörpikabilletenführer del tren se dio cuenta de semejante injusticia y le ofreció un pequeño desayuno.
Todos los plásticos utilizados son reciclables y además comestibles