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20140908

La última mujer sobre La Tierra [Last woman on Earth]

Vamos con un cochambroso film de 1960 dirigido por Roger Corman. Estamos hablando posiblemente de la peor pinícula de la Historia del Cine. Es una basura de tal calibre que hay que tener un sentido del humor a prueba de balas para tragársela. Ya basta de publicidad de cintas míticas, icónicas o de culto, de esas que ganan La Palma de no sé donde o el León de Hojalata. La basura también tiene derecho a existir.

La película empieza durante la luna de miel del jactancioso Sr. Gern [Antony Carbone] y su esposa Evelyn [Betsy Jones-Moreland] en Puerto Rico. La primera escena es descojonante. El tío apuesta sin freno en una pelea de gallos mientras su mujer hace pucheritos. Al tiempo que las bestias se descarnan con sus picos, el menda se fuma dos cartones de Winston y se bebe al menos cinco tequilas.

Al final la tía se pone muy pesada y vuelven al hotel. Allí se encuentran con su abogado Martin Joyce [Robert Towne] y deciden que al día siguiente practicarán submarinismo. Pero a ver... ¿el guionista que se había tomado? Un tío capaz de fumarse un paquete de Winston en media hora y una tía más tonta que un tamagotchi no aguantarían siquiera la presión del agua en una bañera. ¡¡¡Por favor!!! Aún así, se pasan como media hora buceando como si estuvieran de compras en el M&H. 
En esta escena, Gern decide cambiar el Winston por el tabaco de pipa
 Para colmo, mientras están debajo del agua una radiación rara mata al resto de la especie humana y ellos son los únicos supervivientes. Curiosamente, este argumento también fue utilizado en 1974 por Manuel de Pedrolo en su Mecanoscrit del segon origen, con lo que podemos dar por hecho que la originalidad sobre el planeta Tierra está al borde de la extinción.

Por supuesto, la mente calenturienta del guionista no desaprovecha la ocasión para plantearnos un triángulo amoroso donde ambos hombres entran en competencia por la churri. Con lo original que hubiera sido que se hicieran güeys o que la tía decidiera meterse a monja. Que poca imaginación, hombre.
El final de la pinícula es previsible. Una serie de ridículas viñetas de comic le dan un culatazo al guión con frases del estilo déjalo, tenía que morir

Si le dieron algo en Cannes aún no lo sé.