Esto no tiene mucha lógica. Lleva a pensar que la especie sirenil es hermafrodita y sólo produce elementos del género femenino. No sólo es ilógico, sino que hasta resulta discriminatorio. Pero si nos atenemos al chiste de Paco Umbral [un hombre se encuentra con una sirena y le dice: ¿por donde?] el origen sirenil es todavía más misterioso y convierte en innecesaria la existencia del género masculino. La sola idea de un señor barrigón y con bigote con cola de pez destroza la Odisea por completo.
Los cantos de sirena ejecutados por la ronca laringe de un efebo entrado en años podrían desquiciar a Ulises. Más que una odisea, el pobre hombre viviría una paranoia. No obstante el mito del 'sireno' se extendió por toda Asia durante el siglo XIX. Los nativos vendían a los marineros europeos souvenirs de 'sirenos' embalsamados, presuntamente auténticos. En realidad se trataba de un cuerpo de mono al que se había cosido una cola de pez. Y durante muchísimos años fraguó la idea de que había 'sirenos' en el mar.
Los pocos 'sirenos' de los que se puede acreditar su existencia se cuentan con los dedos de una mano. El primero es San Sireno, presunto mártir cristiano ejecutado por el malvado Diocleciano. Cuidadín con ponerle el nombre de este santo a sus hijos porque el cachondeo puede ser poco. El segundo 'sireno' ni siquiera es un ser humano, sino una estatua. Está situada bajo cuatro puntales en una plaza en Vigo desde hace unos quince años.