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20130124

La fimosis en la Biblia

La Biblia es un libro que según dicen los cristianos contiene la base moral de nuestra civilización. Tanto el judaísmo, como el cristianismo y el islam tienen como base una serie de tradiciones orales que no son más que chorradas inmundas. Una de esas gilipolleces está en el Génesis. Como se verá, la historia es, como mínimo, truculenta.
 
Jacob, jefe de un nutrido clan semninómada de israelitas, padre de doce varones y otras tantas mujeres, se asienta en las tierras de una ciudad de Canaan con sus rebaños de ovejas. Pronto, trabarán relaciones más o menos amistosas con los habitantes de la ciudad. Éstos les invitan a una celebración como señal de buena vecindad. A la consecuente fiesta acude (sola, al parecer) Dina, una de las hijas de Jacob. Ésta se siente atraida por Siquem, hijo de Jamor, príncipe de esas tierras. El chico, a su vez, también siente atracción por Dina. En la fiesta se danza y se bebe algo de vino. Dina ha hecho algo tan natural y 'social' como trabar amistad con sus vecinos. Pero la fiesta acaba un poco mal debido a la penosa educación de hace 4.000 años, que es donde aún viven los cristianos y sus adláteres de las otras sectas. Siquem, un poco salido, intenta camelarse a Dina y, de forma poco paciente y caballerosa, la fuerza. Es decir: la viola.

Según múltiples páginas cristianas que acabo de visitar, eso se debe a la desvergonzada conducta de Dina, una niña malcriada que ignorante de los peligros de los que Dios nos advierte, acude a una fiesta profana, como una vulgar golfa, para "ver y ser vista". (sic) En lugar de deplorar la actitud de Siquem, el violador, tachan a la hija de Jacob de desobediente, ligera, presumida, poco consciente, maleducada y, por supuesto, puta.

Pero cuidao, que la historia no acaba aquí. Al volver al campamento y enterarse de ello su virtuoso padre, el drama comienza a fraguarse. Dina tiene 12 hermanos varones, 11 de los cuales se pasan el día en medio de un pedregal con el único entretenimiento de ver pastar a sus ovejas. O sea que son más brutos que un arao. Al llegar la noticia de la violación a oídos de éstos, se arma la de Dios, y nunca mejor dicho. Los fornidos hijos de Jacob no están para hostias. Esta tribu de trogloditas, germen del futuro estado de Israel, se hacen célebres después por vender como esclavo a su hermano José, por la envidia que les provocaba el favoritismo de Jacob hacia éste. Este es otro de los capítulos de una larga saga, pero da buena cuenta de como las gastaban estos sionistas primitivos.

En esta ocasión, inmediatamente decretan que su hermana Dina ha sido "tratada como una puta" por Siquem. Los planes de venganza se materializan rápidamente en su mente calenturienta. Siquem, el violador, y su padre se disculpan de lo sucedido en la fiesta y tratan de llegar a un pacto. Habida cuenta que en aquella época era una costumbre muy extendida que la violada se casara con su violador y que, a fin de cuentas, la atracción entre Dina y Siquem, pese al inopinado polvo, era un hecho, al final llegan a un acuerdo. Dina se casará con Siquem, habrá una generosa dote y, así, ambos pueblos podrán coexistir y formar una sola nación. Los israelitas podrán formar familias con los naturales, comprar tierras y hacer negocios. A Jacob, a pesar de la violación de su hija adolescente, esto le parece bien. Pero hay un problema...

Jacob les dice a los canaanitas que deben convertirse a su religión y que para ello... ¡tienen que hacerse la circuncisión! Sí, como lo oyen: todos los varones de la ciudad deben operarse de fimosis para que el Dios de Jacob los acepte en su seno.
[Un momento, que me voy a reir un poco: JAJAJAJA!!!!]
Hay que imaginarse esta situación dolorosa, a la vez que cómica: cientos de hombres cortándose la piel sobrante del prepucio solo para que una pareja pueda casarse y que Dios no entre en cólera. Imaginemos los horribles dolores de entrepierna, al practicarse esa operación sin anestesia y con cuchillos oxidados. Imaginemos la fiebre alta de todos los varones de la ciudad, debido a las infecciones. Imaginemos la cara de pasmo de todos los ciudadanos cuando el Rey les anuncia que, para que su hijo se pueda casar, todos ellos deben recortarse la piel de la polla. Y en esto se supone que descansa la "base moral" de la religión.

Los hermanos de la muchacha, obviamente, intuyen que durante tres días los canaanitas sufrirán severos dolores y fiebres que les dejarán muy debilitados. Así pues, aprovechan tan favorable coyuntura para pasar a cuchillo a los recién operados, en una reyerta caló sin precedentes en la Historia. Que le dé un poco de aire al glande tiene un precio.

Vamos, que la Biblia no cesa de darnos "lecciones" de las que debemos reflexionar. Y, sobre todo, chistes que han perdurado hasta nuestros días. Raro es que Monty Phyton no hicieran una parodia sobre esto en su día. Aunque en Año 1, una película más reciente, sí se acordaron de este pintoresco suceso.

El rapto de Dina: un melodrama bíblico - Aurora Israel Digital