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20130518

Bobby Fisher, ciudadano islandés

"Bush es un criminal que debería ser colgado”. Estas fueron las palabras de Bobby Fisher, genial ajedrecista estadounidense, a su llegada al aeropuerto de Reykjavik, capital de Islandia, en 2005. 

Previamente cabe aclarar que el gran ajedrecista norteamericano Bobby Fisher sufría el síndrome de Asperger, una variedad del autismo que le conducía a un comportamiento huraño y misantrópico. Eso no obsta para que tuviera episodios de una clarividencia absoluta. Lástima que no le nombraran juez supremo de un tribunal de justicia internacional. Los cadalsos de Nüremberg se sienten muy solos últimamente.

La vida de este genial individuo no fue fácil.  De joven tuvo una vida oscura hasta que el ajedrez se cruzó en su vida. En la escuela no era nadie. Su madre le despreciaba totalmente y le consideraba un inútil. Pero un día nació en él una obsesión. Descubrió los 64 cuadrados mágicos y desde ese momento ya no hubo otra motivación en su vida. La familia se desplazó a Brooklyn, momento en el que Bobby comenzó a despuntar a una edad un poco tardía. Generalmente, las figuras de dicho deporte comienzan a destacar en la etapa infantil. Pero Bobby, distinto al resto del mundo, fue considerado la mejor "promesa adolescente" del ajedrez. Y bien pronto demostraría de lo que era capaz. Su vida en todos los órdenes era un fracaso total y absoluto, pero moviendo peones era el Rey. Era capaz de preveer escenas en el tablero con siete movimientos de antelación. A las inteligencias normales nos cuesta dios y ayuda preveer tres. Sin embargo, este muchacho no fue capaz de acabar los estudios más elementales porque cualquier cosa que no fuera el ajedrez le aburría totalmente.

Y aquí empieza lo bueno. Su fama fue creciendo de tal forma que el gobierno de los EEUU fijó sus objetivos en él para derrotar a los soviéticos. Se iba a librar una batalla ajedrecística que acabaría siendo mítica. Se trataba de una gigantesca operación de propaganda, vital para el desenlace final de la guerra fría. Lo curioso del caso es que, antes de participar en el torneo, Fisher se enzarzó en una batalla legal porque el premio por derrotar al superdotado soviético Boris Spasky era tan sólo de 6.000 dólares. Al final consiguió que la dotación fuera de 100.000 dólares, con la ayuda de un multimillonario. Kissinger en persona le llamó para que acudiera a la cita. El prestigio de los EEUU estaba en juego. 

Curiosamente. el joven Fisher acudía a su cita contra el imperio ajedrecístico soviético él solo, sin otra ayuda que su talento. Era como Gary Cooper en "Sólo ante el peligro". En cambio, el soviético Spasky contaba con el apoyo de toda una legión de fisioterapeutas, neurólogos, psicólogos, estrategas, matemáticos, mediums y agentes del KGB. Curiosamente, hoy en día, los altos estamentos del ajedrez USA consideran a Spasky como "un caballero" y "un amable señor" mientras que del pobre Bobby echan pestes. Lo consideran un "loco" y un "traidor". Y es que esta gran figura del arte ajedrecístico no sólo le puso la soga al cuello al infame George W Bush. Otra de sus frases, tras la farsa del 11-S, fue: "Quien la hace la paga y EEUU no es una excepción". Lástima que el pobre Bobby no se diera cuenta de que su colgado favorito tenía mucho que ver en el jaque mate que acabó con las dos torres.
Izquierda, Spasky.
En el crucial torneo, celebrado en Reykjavik en 1972, Bobby Fisher escribió una de las más laureadas páginas de la estrategia en todos los órdenes. Enguarró hasta la histeria el desarrollo de las dos primeras partidas quejándose del "ruido" del las cámaras de filmación y del público de las primeras filas. Al final consiguió su propósito de poner nervioso al paladín soviético y, después de perder las dos primeras partidas, comenzó su paseo militar. Spasky no fue capaz de ganarle ni una sola de las muchicientas partidas del torneo. Fisher le machacó totalmente.
Las peripecias de este tipo durarían largos años. Tenía ante sí el compromiso de revalidar su título. Pero sus conflictos autistas se pusieron por delante. Después de convertirse en un héroe en los USA, inexplicablemente, desapareció del mapa. Su enfermedad le llevó a encerrarse en si mismo. A mediados de los años 70's, la escena de gloria y confeti le engulló por completo y dejó de ser noticia. Su ruta errática es todo un enigma. Se sospecha que en los años 80's mendigaba por las calles, lejos del oropel que le rodeara en años anteriores. USA no paga a traidores, pero tampoco lo hace con sus héroes. Tremendo país es ese.

El rastro de Bobby Fisher se desvanece por completo hasta que en 1992 reaparece.... ¡en la antigua Yugoslavia! Veinte años después de su proeza en 1972 se presenta en Belgrado para enfrentarse, de nuevo, a Boris Spasky, en un torneo premiado con un jugoso y millonario premio. La administración USA del momento había decretado que ningún ciudadano norteamericano podía tener "ninguna relación de negocios" con Yugoslavia. Tremendo problema, porque me imagino que Fisher lo único que estaba haciendo era recomponer su delicada situación financiera, después de muchos años fuera del tablero. Míticas son sus imágenes escupiendo sobre el decreto de "su" gobierno. El caso es que derrotó de nuevo a Spasky y se embolsó la pasta. Una breve pausa de felicidad para el pobre Bobby. Sí, porque su gobierno emitió una orden de busca y captura contra un pobre autista que sólo intentaba sobrevivir.

Acabó refugiado en Japón, país del que era originaria su compañera, hasta que en 2004 fue detenido por las autoridades niponas por tener el pasaporte caducado. Increíblemente, el hombre que había arrebatado el cetro a los soviéticos en un juego que por aquel entonces contaba con un enorme prestigio político e intelectual, vivió confinado en un centro de internamiento para inmigrantes ilegales en Tokio durante unos cuantos meses.

Islandia le otorgó finalmente la nacionalidad por la gran popularidad que gozaba en el país desde 1972. La nacionalidad islandesa del gobierno nórdico era a la vez una concesión de asilo político. Supuso el enrroque del ajedrecista y su libertad. Desgraciadamente, apenas tres años después, el 18 de enero de 2008, Bobby Fisher fallecía en su casa de Reykjavik a la edad de 64 años. QEPD.