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20150318

I am Stretched on your Grave

En 1990 Sinéad O'Connor sacaba al mercado su segundo álbum de estudio, I do not want what I haven't got. Era un disco dominado por Nothing compares 2 U, una canción de Prince que elevó la carrera de la cantante irlandesa a la estratosfera. Como siempre, el disco contenía temas muchísimo mejores.

La primera vez que escuche este intenso I am Stretched on your Grave supe que la música pop, en manos de un artista con alma, puede superar su fútil status de producto de entretenimiento. Era una cosa tan simple como una patata cruda. Un ritmo hiphop repetitivo. Una sola nota de bajo. Tono monocorde, monocromático, obsesivo. Era una letanía tortuosa interpretada con mucho duende, una explosión de folk irlandés con un cierre de violín frenético. Era el arte de la simplicidad al servicio de la grandiosidad. Sinéad, a capella, conseguía ponerte la piel de gallina. Sólo una persona con una espiritualidad gigantesca es capaz de hacer algo así.

El tema es una traducción de un poema irlandés anónimo del siglo XVII titulado Táim sínte ar do thuama y está basado en el Himno # 47 de la Santísima Trinidad.

Sinéad era una chica de ojos enormes y aire angelical. Los ojos grandes, según un dicho mongol, son síntoma de ver demasiado. Más de lo que conviene. Sinéad era un ángel que se convirtió en demonio. En 1992 arruinó su carrera en una aparición en un show de la NBC, en el que hizo trizas una foto de Juan Pablo II. 
A pesar de que con posterioridad lanzó temas de mucha calidad, como You Made Me The Theft Of Your Heart, había quedado relegada a un mercado secundario. Mediáticamente hablando no está bien eso de meterse con los negocios turbios de la Mafia.

Actualmente, al parecer padece un trastorno bipolar. Una noticia de 2012 indica que tuvo que suspender una gira debido a ello.

Pero este enorme trabajo no se lo quita nadie: