Owen Jones es el típico gurú de esa izquierda dominada por el pensamiento "políticamente correcto", un dogma que ya dura demasiado. Es una tendencia que usa palabras clave, como "progresista", "sostenible" y "solidario". Por supuesto escribe en The Telegraph y The Guardian y se preocupa por los "problemas sociales".
Hace unos cuatro años escribió el libro Chavs, la demonización de la clase obrera. Para que nos entendamos, en el Reino Unido chav es un término despectivo equivalente a lo que en España conocemos como cani. Es decir, se trata de un individuo con la misma cultura y nivel intelectual que un caracol. Es el típico tío o tía que escucha a Camela, ve los realitys de Tele-Circo y admira a Cristiano Ronaldo. El problema es bastante más profundo de lo que parece porque una mayor parte de la población sufre un proceso de canicización, en mayor o menor grado. Es decir, del proletariado de élite, o de los restos de lo que una vez se llamó "clase media", cada vez queda menos. Cuando oigo hablar de la "proletarización de la sociedad" me muero de risa. La cosa es todavía peor. No es que quieran convertir a la población en sórdidos proletarios. No, los quieren convertir en algo mucho peor.
Según Jones, burlarse de ese tipo de gente está muy feo. Una parte de los medios de comunicación ha convertido a los chavs-canis en blanco de sus burlas. Incluso los usan como pretexto para eliminar "derechos sociales" porque, ¿para que proteger a esta chusma?
Este es un tema que me preocupa desde hace muchos años. La pregunta es... ¿un cani puede ser calificado como "clase obrera"? ¿La clase obrera no tiene otro destino que ser hortera, soez e inculta?
Lo que hoy conocemos como cani tiene un nombre en la tradición marxista: lumpenproletario. Parece que estos intelectualoides de medio pelo no se cortan ni un ídem en tildar de "clase obrera" a un esperpento con chandal tachonado de logos corporativos, con un peinadito rapadito de inspiración nazi y lleno de tatuajes. Owen Jones se atreve incluso a citar a Karl Marx, queda divino, pero ignora que el marxismo no aprecia en absoluto al proletario que no hace esfuerzo alguno por ser mejor que esto:
El 15 de septiembre de 1850 Marx escribía:
Le decimos a los trabajadores: Tienen por delante quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y luchas populares, no sólo para cambiar la condiciones existentes, sino para cambiarse a sí mismos y hacerse aptos para el poder político.
Ciertamente, un cani no es apto para ostentar el poder político ni que se lo regalen.
Tanto Marx como Trotsky [grandes teóricos de la emancipación de la clase obrera] insistían en el comportamiento, los modales, el uso de un lenguaje correcto y una apariencia digna como objetivos a alcanzar por el degradado proletariado industrial para derribar el orden impuesto. [VER]
Cuando Marx inventó la palabra lumpenproletariado se estaba refiriendo a un subproducto de la clase obrera sin formación, sin modales, sin elegancia y sin nada de lo que hace civilizado a un ser humano. El lumpenproletariado era una subclase afín al sistema vigente, pues de una manera u otra cumplía con sus propósitos y vivía a expensas de él. Marx lo definía como una cohorte de prostitutas, bailarinas, macarrillas, borrachos, apostadores y gente de mal vivir.
Marx y Trotsky opinaban que un integrante de la clase obrera debe ser refinado y cultivado. Un verdadero integrante de la clase obrera debe adquirir cultura, conocimientos e instrucción que lo equiparen a la élite que le domina. Su nivel intelectual debe ser insuperable. No se trata en absoluto de ser un snob de mierda que trata de aparentar modales de clase alta. Para nada. Un verdadero proletario de clase baja debe usar el estilo soez y malcarado cuando conviene. Un proletario auténtico tiene conocimientos de francés suficientes para saber qué significan los términos savoir-être y savoir faire.
Le decimos a los trabajadores: Tienen por delante quince, veinte, cincuenta años de guerras civiles y luchas populares, no sólo para cambiar la condiciones existentes, sino para cambiarse a sí mismos y hacerse aptos para el poder político.
Ciertamente, un cani no es apto para ostentar el poder político ni que se lo regalen.
Tanto Marx como Trotsky [grandes teóricos de la emancipación de la clase obrera] insistían en el comportamiento, los modales, el uso de un lenguaje correcto y una apariencia digna como objetivos a alcanzar por el degradado proletariado industrial para derribar el orden impuesto. [VER]
Cuando Marx inventó la palabra lumpenproletariado se estaba refiriendo a un subproducto de la clase obrera sin formación, sin modales, sin elegancia y sin nada de lo que hace civilizado a un ser humano. El lumpenproletariado era una subclase afín al sistema vigente, pues de una manera u otra cumplía con sus propósitos y vivía a expensas de él. Marx lo definía como una cohorte de prostitutas, bailarinas, macarrillas, borrachos, apostadores y gente de mal vivir.
Marx y Trotsky opinaban que un integrante de la clase obrera debe ser refinado y cultivado. Un verdadero integrante de la clase obrera debe adquirir cultura, conocimientos e instrucción que lo equiparen a la élite que le domina. Su nivel intelectual debe ser insuperable. No se trata en absoluto de ser un snob de mierda que trata de aparentar modales de clase alta. Para nada. Un verdadero proletario de clase baja debe usar el estilo soez y malcarado cuando conviene. Un proletario auténtico tiene conocimientos de francés suficientes para saber qué significan los términos savoir-être y savoir faire.
De ninguna forma un cani puede ser considerado un exponente de la clase obrera. Cabe recordar como el proletariado embrutecido de los años 30, en Alemania, apoyó masivamente a Adolf Hitler y nutrió sus "tropas de asalto", las SA.
Un lumpenproletario es alguien que piensa con el estómago. Es capaz de verder su alma al diablo por un bocadillo de chorizo.
Un lumpenproletario es alguien que piensa con el estómago. Es capaz de verder su alma al diablo por un bocadillo de chorizo.
Cuando hablamos de la "clase obrera" [o de la "clase media proletarizada"] tenemos que referirnos a una élite del pensamiento que protagonizará la próxima revolución. Las clases oprimidas que se sienten frustradas por no poder participar en las decisiones del poder son peligrosas por definición. A lo largo de la Historia estas "segundas líneas", excluidas del poder, han sido protagonistas de los grandes cambios sistémicos.
Los chavs-canis no forman parte de la clase obrera en absoluto. No son más que un residuo de la misma, sumido en la alienación, la manipulación y el engaño. Ya basta de insultar a la clase obrera comparándola con esta chusma.
Los chavs-canis no forman parte de la clase obrera en absoluto. No son más que un residuo de la misma, sumido en la alienación, la manipulación y el engaño. Ya basta de insultar a la clase obrera comparándola con esta chusma.
Un cani, o chav, es sólo una subespecie dispuesta en todo momento a cumplir las órdenes de la clase dirigente. Le basta con que le den un poco de ropa con un logo de moda.