Los que hemos vivido en regímenes donde se practica la censura sabemos por experiencia lo "divertido" que resulta lanzar consignas sin que se advierta su intención. Los mensajes soterrados, simbólicos o, incluso, burlarse irónicamente de los "principios fundamentales" del régimen, aparentando apoyarlos, suelen ser procedimientos muy habituales.
El vídeo que podéis ver más abajo fue producido por Hisham Fageeh, un saudí educado en EEUU que tiene una productora y un canal de Youtube. Igual se trata de una estrategia de lavado de cara del régimen despótico de la familia Saud, pero en todo caso es un ejemplo claro de que, cuando no hay libertad de expresión, no queda más remedio que la sátira.
Básicamente hace "apología" de la ley que prohíbe a las mujeres conducir. Expone todos los argumentos delirantes del régimen: a/ que las mujeres no están para conducir, sino para cocinar; b/ que conducir daña el aparato reproductivo de las mujeres y c/ que las mujeres son responsables del alto índice de accidentes de tráfico en el país.
Según la aseguradora Allianz, Arabia Saudí ocupaba en 2009 el lugar 16 en el ranking de accidentes de automóvil: 6358 fallecidos, cifra que puede haber ido en aumento. Con una población de 28 millones de habitantes [2013], eso supone que el 0.11% de la población muere en la carretera.
No es de extrañar, porque el país cuenta con unos siete mil [#7.000#] príncipes, fruto de que cada tipo con sangre real se casa con 4 mujeres, o más, y cada una de ellas le da 4 o 5 hijos, o más. El extensísimo clan Bin Laden es un ejemplo de ello. Todos esos príncipes viven del cuento [es decir, subsidiados por el Estado] y cuentan con automóviles de alta gama. Hay que imaginarse a un principito saudí con su Porsche a casi 300 km por hora en una interminable carretera del desierto. Si hacen alcoholemias no lo sé, pero esos degenerados seguro que beben alcohol y se pasan por el forro la sharía.
Con el título No woman, no drive [versión de la canción de Bob Marley, No woman, no cry] este vídeo es todo un ejemplo de lenguaje soterrado. Los simbolismos son varios: por ejemplo, toda el tema es a capella porque en ese país está prohibido tocar instrumentos musicales. Otro de los "mensajes" es que, en repetidas ocasiones, el intérprete se lleva la mano a la cara, imitando el gesto de los oradores de las mezquitas, quienes usan ese recurso como altavoz. La letra es desternillante.