Sí, ella misma lo afirma en una reciente entrevista en la revista Vanity Fairy. Pero basta con ver tres videos de esta excepcional cantautora, con su correspondiente "banda sonora", para comprobar como se convierte la materia flatulenta en "música". Es como el McRonalds, que transforma los menudillos cartilaginosos de los gatos muertos en suculentas hamburguesas de "ternera". Las canciones de Lady Gaga, sobre todo esa de ale-ale-alejandroooooooo-fernandoooooooo transmiten un olor como de metano descompuesto. Cualquier residuo cadavérico podrido huele mejor. Aparte de todo, hay un peligro añadido. Ese rol de pelandrusca barata puede ser imitado por miles de adolescentes desquiciadas. Es evidente que la industria del entertaiment quiere potenciar la prostitución low-cost de los stocks mundiales de carne fresca. Las niñas se piensan que esta fulana es 'chic' y 'cool' y se convierten voluntariamente en prostitutas decididas a todo.
En este genial artículo de Contraperiodismo Matrix se asegura que nuestra cantautora nació en Torrelavega y que en sus inicios era más fea que una ensalada de morcilla con anchoas.