Muchos historiadores se preguntan por qué no se conservan restos de grafitis en las paredes de la época del Renacimiento. La respuesta es muy simple. Con la letra gótica imperante, era completamente imposible escribir en el muro de un convento cosas como "NO A LA POLÍTICA EXPANSIONISTA E IMPERIALISTA DE FELIPE II" sin ser prendido por la Inquisición y ser llevado ante un tribunal del Santo Oficio antes de acabar de escribir "NO". De ahí deviene que Torquemada apenas tuviera oposición cuando hizo unas primarias en su partido contra otro candidato igual de sanguinario. En muchos casos, los grafiteros tenían que organizarse en cuadrillas para escribir una letra cada uno de ellos, lo que generaba no pocos problemas porque Felipe II había prohibido el derecho de reunión en la rúa pública más allá de las diez de la noche. Más de una vez se dieron escenas como en La vida de Brian, cuando un guardia de asalto de los Tercios de Flandes le hacía repetir la frase al grafitero cien veces para que aprendiera a hacer la letra gótica correctamente.