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20111211

Margin Call


Supongamos que es usted un fabricante de salchichas. Un día, un mayorista le vende unas toneladas de carne picada a muy buen precio y usted las almacena para una próxima remesa de salchichas. El día en que toca abrir el primer paquete, descubre desolado que aquella carne picada no es para nada carne picada, sino un compuesto de fango, excrementos y plastelina. Intenta contactar usted con el proveedor pero descubre que no sólo ha desaparecido del mapa sino que es totalmente insolvente. Lo malo del caso es que para comprar todo ese montón de "carne" se ha hipotecado usted hasta las cejas.

En ese momento, tiene usted dos opciones. Puede usted asumir honorablemente su bancarrota o puede... o puede camuflar estratégicamente el subproducto entre la carne tradicional hasta hacerlo indetectable. Como quiera que las nuevas salchichas que contendrán carne de calidad y mierda pura no tendrán ni la misma textura ni el mismo sabor que sus salchichas de toda la vida, tendrá que buscar usted un nombre comercial atractivo: Flesh Condiment Pleasure, o algo así, en inglés, fácilmente extractable en las siglas C.F.P. para darle una apariencia de producto al margen de toda duda. No estaría bien que le llamara usted a sus nuevas salchichas "carne con mierda" porque sabe usted positivamente que no vendería ni una.

Pues bien... Este es la historia que explica "Margin Call", uno de los estrenos más esperados de este otoño. A decir verdad, la película se salva por los estupendos actores que la interpretan, muy especialmente Jeremy Irons y el siempre insuperable Kevin Spacey. La ya madura Demi Moore está impresionantemente bella y cumple perfectamente con su cometido de ejecutiva en la picota.
Simon Baker, Paul Bettany y Zachary Quinto interpretan al "proletariado" financiero en su escala más básica. En principio no parece convencer mucho que entre ese tipo de gente pueda existir el más mínimo indicio de compasión hacia los miles de personas a los que sus perversas actividades perjudican -e incluso matan- cada día. A pesar de filtrar ciertos escrúpulos morales en el guión, lo cierto es que al final los ejecutivos comandados por Irons deciden filtrar su carne-con-mierda en "los mercados" para no asumir su bancarrota. Tal como me imaginé más de una vez, quienes dirigen ese tipo de tinglados financieros no tienen ni puta idea de economía, ni de ninguna especialidad colateral. El papel interpretado por Jeremy Irons encarna a la perfección el tipo de individuo situado en la cúpula del poder financiero. Se trata de un "listo" al que los tecnicismos no le interesan y prefieren que le hablen claro y, si puede ser, con metáforas. Tienen la virtud de reconvertir al lenguaje filosófico su esfera de poder y de sintetizar de forma simple los mecanismos que le permiten conservar el mando.

Por supuesto, la película no hace otra cosa que reflejar el mundillo de la gran banca de inversiones, JP Morgan, Goldman Sachs, Lehman Brothers, etc etc etc. Película recomendable, al menos, para saber como "trabajan" esos capullos.

¡¡¡La película está completa en español en Youtube!!!