Seguramente muchos de vosotros habréis oído esa leyenda urbana según la cual las imágenes supuestamente tomadas en la luna por Armstrong, Aldrin y Collins en 1969 fueron hechas en realidad en un plató de televisión. Pues bien, yo os voy a explicar lo que sucedió. El hombre nunca ha pisado la luna... ¿por qué? Sencillo, porque en la luna sólo hay pedruscos, polvo, una luz muy molesta y reverberaciones cósmicas que causan artrosis, reúma, cirrosis, acné y petulancia espasmoide (una enfermedad que de momento no existe, hasta que hablen de ella en el telediario)
Lo de la luna se hizo en el patio trasero de mi casa.
Como lo oís. Todo comenzó en 1968. Yo era muy pequeño, pero recuerdo perfectamente que mi madre recibió la visita de dos hare-krishna que intentaron venderle un folleto con recetas vegetarianas. Dame argo, paya, dame argo hare hare, dijeron. Pero mi madre se puso chula y les dijo: "A ver, calvitos. Probad este jamón de jabugo y se os quitarán las tonterías". En efecto, una vez probado el jamón los dos hare krishna salieron la mar de contentos y se arrancaron por bulerías. Apenas había pasado un año cuando los dos tipejos se volvieron a presentar en mi casa. Los muy cabrones habían abandonado los hare-krishna y se habían metido en la CIA, de modo que me costó un huevo reconocerlos:
Después de enseñarnos las acreditaciones, acordonaron la casa y asaltaron la cocina para desollar la pata del cochino a golpes de cuchillo jamonero. Luego llegó un camión enorme, del que bajaron unos operarios de la NASA vestidos en plan guerra bacteriológica, quienes en un santiamén montaron un escenario que ya llevaban preparado y pusieron por aquí y por allá unos cuantos pedruscos de cartón-piedra. Luego trajeron la maqueta del módulo lunar, que se montaba y desmontaba tan fácilmente como un click de Famobil.
Una vez se hizo de noche, aparecieron los astronautas, que mi madre se pensaba que eran los bomberos. Un tío le dio a la claqueta y dijo: "Acción" (en inglés, claro) y los tres comenzaron a dar saltitos y andar como si fueran en cámara lenta. Parte del decorado del suelo era una cama elástica disfrazada con arena por encima. Uno de ellos dio unos cuantos botes en plan canguro y entonces apareció Henry Kissinger para decir:
¡CORTEN! Corten más jamón everybody!!!
Y entonces fue cuando me entrevisté con Neil Armstrong, quién me reveló que salía bastante más barato venir a tocar los huevos a mi casa (come touch the eggs to my home, literalmente) que ir a la Luna. Sí, claro, y encima con unas cuantas lonchas de jamón de gorra. ¡Serán cabrones!