Hace muchos años entendí que la verdadera cultura hay que buscarla en tiempos muy remotos. Cuando uno lee libros sobre Roma y Grecia comprende que nuestros antepasados escribieron páginas de esplendor y gloria. Aristóteles y Séneca son cultura. Madona y Spielberg, en cambio, son basura. Cualquier cochambre de la actual “cultura de masas”, en comparación con lo que nuestros antepasados nos legaron, no es más una simulación decadente y absurda. [Salvo aisladas excepciones...]
Y en lo que a música se refiere, la derrota de la modernidad es abrumadora.
La música coral religiosa se sitúa 100 escalones por encima de cualquier otra representación musical de la actualidad. Cuando uno de estos tíos titulaba un fragmento de su obra como ‘Magnificat’ no era por casualidad. Según WP, es un género de música polifónica vocal religiosa, similar a la cantata, pero basado en el pasaje bíblico de Evangelio de Lucas 1:46-55, que tiene como inicio la oración Magnificat anima mea Dominum.
Me vais a decir: ¡Esto es música meapilas! Sí, ¿y? Difícilmente vais a encontrar en toda la historia mayor esplendor y perfección estética. Es un discurso creativo sin mácula, lleno de virtuosismo y genialidad. Pone los pelos de punta, la piel de gallina, sobrecoge el espíritu… Es como un orgasmo, pues, por mediación del éxtasis místico, la sensualidad más extrema se expresa a través de una máscara. En realidad se trata de una manifestación sexual, literal, hasta la histeria. Es magma y lava. Es verdadero arte.
Giovanni Gabrieli [1555-1612] es para mi uno de los músicos más brillantes de la Historia. Cuatro siglos después de su muerte sus obras se siguen interpretando y editando. A ver qué músico dentro de cuatro siglos se va a tomar la molestia de interpretar las obras de Madona. [Like a virgin, JAJAJA!!] Resulta ridículo sólo de pensarlo.
Aquí tenemos a Gabrieli con este apoteósico ‘Magnificat’ a 33 voces. Está incluido en el disco Music for San Rocco – Gabrieli Consort & Players, dirigido por Paul Mc Creesh.