A pesar de ser una decadente estrella del rock, Jim Morrison siempre ha sido una figura que he respetado. Era como un mito griego. Como Apolo descendido de los cielos. Como Ulises ensordecido por los cantos de sirena. Se montaba en el caballo, no para entrar en Troya, sino para salir de ella. Sólo él era capaz de pasearse por el desierto de Los Angeles con unos pantalones de cuero. Eso es heroico, claramente.
Jim tenía visión de rayos X. Era capaz de captar la cantidad de freaks, payasos, inútiles, degenerados, malabaristas, comepollas y descerebrados que se consideran "integrados" en la sociedad.
Estar integrado en una sociedad enferma no es un síntoma de "normalidad", sino todo lo contrario. Él lo sabía perfectamente.
Expresó estos sentimientos en dos temas. Uno es People are strange. Y el otro, este intenso Strange days, una de las canciones más brillantes de The Doors. Ambos temas abren las caras A y B del segundo álbum de estudio de la banda californiana, Strange Days, publicado hace 50 años, en 1967.
Estar integrado en una sociedad enferma no es un síntoma de "normalidad", sino todo lo contrario. Él lo sabía perfectamente.
Expresó estos sentimientos en dos temas. Uno es People are strange. Y el otro, este intenso Strange days, una de las canciones más brillantes de The Doors. Ambos temas abren las caras A y B del segundo álbum de estudio de la banda californiana, Strange Days, publicado hace 50 años, en 1967.
El video de Strange Days, referido a una visita a New York, habla por si solo.