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20171013

La multinacional de los sentimientos

Según el RAE, un cursi es alguien que pretende ser elegante o refinado sin serlo, resultando ridículo. Es una definición incompleta y un ejemplo más de que el mundo académico sufre un retraso con respecto a la orientación que se le da a las palabras en la vida cotidiana. Esa definición, más que de 'cursi', parece el retrato perfecto de un 'snob'. Quizás es que una cosa y la otra tienen fronteras indefinibles que en ocasiones se solapan.

La palabra 'cursi' hace ya muchos años que se utiliza para definir a una persona que afecta tener una sensibilidad sublime que a la vez es intrínsicamente falsa. El 'cursi' es un "romántico/a" que cree a pie juntillas que las nubes tienen olor. El cursi es la víctima perfecta de todos esos spots de televisión que ofrecen seguridad, clase, comfort y buen gusto a un precio muy razonable. El 'cursi' es alguien que esencialmente no tiene ni personalidad, ni sentimientos, ni vísceras, ni nada de aquello que define al ser humano. Es un ser alienado que ha tenido que hacerse con un 'pack' de sentimientos para confirmar su inexistente personalidad. Es un asentimental que ha comprado sentimientos montables/desmontables en el Ikea, incapaz de tener su propia visión del cosmos. La calle ya le ha definido con un vocablo que se ajusta mejor a la realidad: ÑOÑO !!
La ingente cantidad de anuncios de televisión en los cuales la narración corre a cargo de una voz sedante, equivalente a la que se utiliza para convencer a un niño, es el estigma de la gran aceptación comercial de la cursilería. Los sentimientos prefabricados venden mucho en el mundo actual. La multiplicidad de consignas para gente 'chic', llena de "dulces sentimientos" es innumerable y se centra sobre todo en productos alimentarios y de estética que pueden mejorar la calidad de vida del asentimentalista enfermo.

Es hora de que palabras como sentimiento o romanticismo recuperen su esencia original.