Un tipo que conocemos y que vive en los alrededores de San Francisco estuvo unos días en Barcelona y nos comentó que el centro de San Francisco está completamente invadido por los yonquis.
Ya no es tan bonito como en 1967 cuando en Haight-Ashbury surgió una florida comunidad de artistas alternativos que se pasaban el día fumando marihuana, tomando LSD y fornicando. No sé si por este orden.
El mito Haight-Ashbury no ha trascendido a los tiempos actuales. Los drogadictos que pueblan las calles de San Francisco no dejan otro legado artístico que las continuas defecaciones en la vía pública. El problema es tan "grave" que los habitantes "normales" de la ciudad tienen una app para informar de dónde hay una caca [sic], y así todos tienen 'info' de la localización de las mismas para evitar pisarlas. La app también permite comunicarlo a la policía local y a las brigadas de limpieza.
No es mi intención burlarme de las pobres almas que han caído en el pozo. Todas ellas han sido víctimas de un proceso de degradación que comenzó con la masiva comercialización de "analgésicos" como el OxyContin -y otros- que se convertirían en el punto de partida de una crisis de opioides que asola los Estados Unidos. [Ver informe] La píldora contiene oxicodona, un opiáceo semisintético. El gigante farmacéutico Purdue Pharma parece haber sido el responsable de esta pintoresca situación.
Por esbozar una tesis. La mía es que tanto Obamacare o Medicare -los "esbozos" de sanidad pública en EEUU- son una auténtica porquería. De modo que cuando hay un paciente que sufre algún dolor, en lugar de estudiar el origen, hacerle radiografías, escaners, pruebas de especialista y tal, no, directamente le recetan la píldora mágica contra el dolor. Y claro, el opio, y todos sus derivados, como la morfina, la heroína, la oxicodona y etc. alivian el dolor durante un rato. Es la solución perfecta para no pagarle un tratamiento médico a chusma que no merece vivir. Tipicamente liberal.
Al final, por lo que vi en un documental por ahí, se dieron cuenta de que comenzaba a haber un considerable trapicheo de recetas con los susodichos medicamentos y que se había formado un mercado negro de pastillitas mágicas. El número de adictos era cada vez mayor.
Y entonces ¡zas!, las sacaron del mercado. ¿Y adivinad lo que paso? Fácil, my friends. Los adictos descubrieron que la heroína, la de toda la vida, era más barata, más gratificante y más fácil de conseguir. Las calles estaban lleeeeeeeeeeeenas de este mítico "medicamento", como si hubiera surgido de la nada.
Soldado norteamericano regando las plantas... |
Aquí tenemos un documental sobre la plaga que asola San Francisco. Sin trampa ni cartón.