Lord Byron nació en Londres en 1788 y consiguió escandalizar a las viejas puritanas y hacer que el té les supiera a matarratas. Ya de pequeño se dio cuenta de cosas super-importantes en la vida como que hay que desconfiar de cualquier mujer cuyo nombre y apellido rimen. Por ejemplo, si una tía se llama Marisa de la Risa, tened cuidado: seguro que os destroza el corazón y luego os roba la cartera.
George era Lord, pero sólo recibió en herencia unos cuantos pagarés caducados, un juego de tazitas de té con exquisitos grabados y un par de fincas donde todos los árboles habían sido cortados.
En 1805 pilló las de Villadiego y se fue de marcha con sus amiguetes por toda Europa. Todas las andaduras metrosexuales que ocurrieron mientras se inflaba de filosofía griega las narró en su primer libro, “Horas de ocio”. Esto provocó que su tía Millicent se atragantara con una pastita de hojaldre con crema. A pesar de tan prometedores inicios literarios, un rudo crítico escocés le puso de vuelta y media. George, ni corto ni perezoso, escribió un epigrama llamado “Bardos ingleses y críticos escoceses” donde le recordaba al malvado de Edimburgo que dejara de ir de macho. "Pero tú que te crees, capullo, que eres Bravehearth o qué?" Por supuesto, en tan magistral réplica, George no se olvidó de mencionar la mariconada esa de ir con faldita tocando la gaita y la tradición escocesa de pintarse la cara como una mujerzuela.
Su familia, obviamente estaba ansiosa por que sentase la cabeza. George, a regañadientes, se vió obligado entonces a visitar de vez en cuando el bar de la Cámara de los Lores. Eso hizo que su afición por el Oporto se viera acrecentada de forma neoplatónica, así que viajó hacia Portugal. Un poco harto de vinillo y de escuchar tristes letanías de amores imposibles, tomó rumbo hacia Marbella donde pudo recalificar un par de solares rústicos e inflarse a beber cubatas. Y después partió hacia Grecia, donde fue recibido como si fuera Hércules o el hijo de Julio Iglesias.
Al parecer, los viajes excitaban su imaginación, porque el tío continuó escribiendo relatos de sus andaduras por Europa. En Grecia se comenzó a gestar “La peregrinación de Childe Harold”, que le daría fama mundial.
Un Lord inglés de fama internacional obviamente se tenía que casar. Lo hizo en 1815, con Isabella Milbanke. Las malas lenguas dicen que la sodomizó encima de un sofá con el culito en pompa y que encima a ella le gustó. Isabella tuvo una hija de George -no de este coito, claro- y después le abandonó. Vengativamente, ella comenzó a difundir entre la "alta sociedad" rumores sobre la depravación de su ex-marido, entre otros su afición por la sodomía y el incesto. Sí, y es que además se rumoreaba que George se estaba tirando a su hermanastra Augusta, que había contraído la sífilis y que se estaba volviendo tarumba.
Ante la expectativa de ser juzgado por practicar la sodomía, Lord Byron se piró de Inglaterra en dirección a Italia. Desde allí continuó alimentando a la prensa rosa de la época tirándose a todas las condesas italianas que se pusieron a tiro y a la gran mayor parte de sus criadas. Por supuesto, continuaba relatando sus andanzas en obras literarias clasificadas X por la Inglaterra Puritana.
En 1823 los turcos invadieron Grecia y los balcanes, cosa que mosqueó mucho a George. En principio se limitó a financiar a la resistencia griega con donaciones esporádicas. Los griegos le consideraban un héroe por sus contribuciones al renacimiento del neoclasicismo, así que le llamaron para que se pusiera al frente de sus ejércitos. Fue recibido en olor de multitudes:
George era Lord, pero sólo recibió en herencia unos cuantos pagarés caducados, un juego de tazitas de té con exquisitos grabados y un par de fincas donde todos los árboles habían sido cortados.
En 1805 pilló las de Villadiego y se fue de marcha con sus amiguetes por toda Europa. Todas las andaduras metrosexuales que ocurrieron mientras se inflaba de filosofía griega las narró en su primer libro, “Horas de ocio”. Esto provocó que su tía Millicent se atragantara con una pastita de hojaldre con crema. A pesar de tan prometedores inicios literarios, un rudo crítico escocés le puso de vuelta y media. George, ni corto ni perezoso, escribió un epigrama llamado “Bardos ingleses y críticos escoceses” donde le recordaba al malvado de Edimburgo que dejara de ir de macho. "Pero tú que te crees, capullo, que eres Bravehearth o qué?" Por supuesto, en tan magistral réplica, George no se olvidó de mencionar la mariconada esa de ir con faldita tocando la gaita y la tradición escocesa de pintarse la cara como una mujerzuela.
Su familia, obviamente estaba ansiosa por que sentase la cabeza. George, a regañadientes, se vió obligado entonces a visitar de vez en cuando el bar de la Cámara de los Lores. Eso hizo que su afición por el Oporto se viera acrecentada de forma neoplatónica, así que viajó hacia Portugal. Un poco harto de vinillo y de escuchar tristes letanías de amores imposibles, tomó rumbo hacia Marbella donde pudo recalificar un par de solares rústicos e inflarse a beber cubatas. Y después partió hacia Grecia, donde fue recibido como si fuera Hércules o el hijo de Julio Iglesias.
Al parecer, los viajes excitaban su imaginación, porque el tío continuó escribiendo relatos de sus andaduras por Europa. En Grecia se comenzó a gestar “La peregrinación de Childe Harold”, que le daría fama mundial.
Un Lord inglés de fama internacional obviamente se tenía que casar. Lo hizo en 1815, con Isabella Milbanke. Las malas lenguas dicen que la sodomizó encima de un sofá con el culito en pompa y que encima a ella le gustó. Isabella tuvo una hija de George -no de este coito, claro- y después le abandonó. Vengativamente, ella comenzó a difundir entre la "alta sociedad" rumores sobre la depravación de su ex-marido, entre otros su afición por la sodomía y el incesto. Sí, y es que además se rumoreaba que George se estaba tirando a su hermanastra Augusta, que había contraído la sífilis y que se estaba volviendo tarumba.
Ante la expectativa de ser juzgado por practicar la sodomía, Lord Byron se piró de Inglaterra en dirección a Italia. Desde allí continuó alimentando a la prensa rosa de la época tirándose a todas las condesas italianas que se pusieron a tiro y a la gran mayor parte de sus criadas. Por supuesto, continuaba relatando sus andanzas en obras literarias clasificadas X por la Inglaterra Puritana.
En 1823 los turcos invadieron Grecia y los balcanes, cosa que mosqueó mucho a George. En principio se limitó a financiar a la resistencia griega con donaciones esporádicas. Los griegos le consideraban un héroe por sus contribuciones al renacimiento del neoclasicismo, así que le llamaron para que se pusiera al frente de sus ejércitos. Fue recibido en olor de multitudes:
Todo parecía indicar que su camino hacia la Gloria estaba siendo asfaltado y que él sería el primer Lord inglés en habitar entre los dioses del Olimpo. Pero hete aquí que la primera noche, antes de entrar en batalla, va y la palma de una inoportuna pulmonía.
Una Biografía más seria
Descárgate su horóscopo
Una Biografía más seria
Descárgate su horóscopo
Etiquetas: biografía, Grecia, Inglaterra, literatura, Portugal, siglo XIX