Si, sí... Lo sé. Es horrible, pero el zombie futbolero suele ser asín. Después de comerse un bocata chipirones busca válvulas de escape que suelen ser nefastas para la humanidad. Una es por vía rectal, dada la intensiva producción de derivados del metano que produce un bocata de chipirones. La otra, vía verborrea, dado que el zombie furbolero suele basar su filosofía de la vida en reiteraciones vomitadas por los mass-media sin freno ni frenillo. Vale, sí, lo sé. Es harto paradójico hablar de un "sentido de la vida" en un zombie futbolero. La contradicción contradictoria se basa en que el zombie futbolero no tiene vida propia. Su vida, de hecho, la escriben en el "El Mundo Deportivo" y en el "Ass". No esperéis enlaces, porque en este blog no enlaza con páginas dedicadas a las armas de idiotización masiva.
Sí, si..., lo sé. Sé que me váis a decir que esto es horrible, que soy un sádico, que mi realismo es un castigo para vuestros oídos. Pero "La noche de los muertos vivientes" no fue más que una broma macabra donde la ficción se adelantaba a la realidad unos cuantos años. El zombie futbolero es un híbrido entre Chucky y la Niña del Exorcista a quien quizás tan sólo le falta un poco de flexibilidad en los músculos del cuello antes de aseverar axiomas como "El Atlético de Madrid ha reforzado muy bien su centro del campo esta temporada" o la no menos terrorífica "el juego por las bandas requiere laterales con mucho fuelle". Es que las metáforas futboleras son como una factoría del ritmo repetitivo. Ríete tú de la música bakalao. El zombie futbolero oye las consignas y luego las repite. No le importa que estés hasta los huevos de oír tópicos dignos de Mario Olivetti. No le importa que sus putos resúmenes futboleros duren en el telediario más de lo que se dedica a relatar que quince tíos han muerto después de que un pedo gigante les explotara en las narices. El zombie futbolero está aquí y ha venido para dominar el mundo.
Misión vuestra es impedir que salga de su tumba.