El homo sportivo es un espécimen de la sociedad actual cuyo afán por alcanzar mayores niveles de ridículo no tiene límites. Cuando llega al verano se va al centro comercial más cercano, se compra un chándal con adornos estridentes y luego le ves correr por la calle echando el hígado por la boca.
Aquí os dejo la última gilipollez deportiva. En el siguiente vídeo váis a poder asistir a un espectáculo lamentable. Es un síntoma más de la degradación cultural a la que estamos llegando. La involución del género ya no tiene marcha atrás. La sacralización del deporte, convertido en dogma de masas, en misa color pistacho, lleva a límites que no pueden ser más gráficos y explícitos.
"Siempre adelante", dijo el cangrejo. Y dio media vuelta.
