La ingeniería social, modificación artificial de la conducta y la creación de tendencias de "opinión pública" es un tema que no puede ser tildado de "conspiranoia". Es un hecho probado y demostrado que la sociedad actual se comporta como ratas de laboratorio, inducidos a seguir determinados patrones de conducta y pensamiento prefabricado. Hay tantos "modelos de personalidad" como modelos de camiseta en unos grandes almacenes.
Lo que se vendría en llamar aparato mediático vende todo tipo de pautas de comportamiento para que la masa descerebrada pueda hallar su encaje dentro de la sociedad. Ideología progresista, ideología conservadora, ideología liberal, religión, rock and roll... tanto da. Incluso ser un freak, un degenerado, un drogadicto o una servil prostituta está aceptado dentro del amplio abanico de posibilidades que te brinda el sistema. Si eres hincha de un club de fútbol, tanto mejor. El aparato mediático sabe vender ideologías y "maneras de vivir" con formato mueble desmontable, y además intenta convencerte de que eso significa "ser libre".
Quizás, lo que tú crees que piensas -si que es piensas- no ha sido pensado por ti mismo, sino que lo han fabricado para ti. Es tal el grado de complejidad del mensaje, que integra incluso a elementos que parecen auténticos disidentes del sistema, y que hasta puede que lo sean. Es un bucle más de la ignominia del aparato, donde se permiten el lujo de dejar hablar a gente con ideas peligrosas para que quede claro que en este "mundo feliz" todo el mundo tiene derecho a la palabra y que hay democracia y bla bla bla. Es una estrategia de una maldad tremenda, pues el mensaje de esos "disidentes" no es más que un susurro aplastado por el "ruido" de los altavoces del Régimen.
Las revoluciones liberales de finales del siglo XVIII [la francesa y la americana] supusieron un cambio fundamental en el modo de concebir la autoridad. Lo que conocemos como "sociedad occidental", dejó de tolerar gobiernos autoritarios, militaristas, teocracias y demás modelos anticuados de control social. Quizás era un intento loable, pero finalmente el único propósito de dicho cambio ha acabado siendo la "libertad" de algunos para robar saquear acumular riqueza sin ningún tipo de control.
Occidente vivió un siglo XIX convulso, mientras las nuevas ideas liberales se abrían paso poco a poco. La pugna entre el nuevo tipo de stablishmen y el viejo orden feudal-clerical-autoritario se prolongó en el XX y fue uno de los factores que desencadenó las dos guerras mundiales.
Y en esto llegamos a 1945. El nuevo imperio norteamericano, inflado de liberalismo con un leve barniz calvinista, se imponía en el mundo. Nuestra sociedad actual tuvo su punto de arranque en esa fecha. El nuevo Régimen triunfante tenía no obstante un reto delante de sus narices. Ni más ni menos que imponer un modelo de control social que fuera una dictadura sin parecerlo. Sacar los tanques a la calle o ir con una vara golpeando a la gente ya no estaba bien visto.
Había que inventar algo nuevo. Lo primero que hicieron fue popularizar la televisión. Lo segundo, inyectar en la población un analgésico idiotizante: el consumo masivo. En época de vacas gordas, se imponía el lema "hay un policía dentro de tu cabeza". Mucha música pop, mucho cine romántico, mucho chupa-chups, mucha tontería por todas partes. La moda, el cine, la publicidad y la televisión contribuyeron sobremanera a que el público occidental entrara en una fase de anemia intelectual. ¿Para qué comerse el coco, sí vivían en un mundo feliz?
La política-ficción del Imperio Británico
No es por casualidad que dos caballeretes del Imperio Británico como George Orwell y Aldous Huxley escribieran sendas obras [de "ficción"] sobre regímenes totalitarios que controlan el pensamiento de las masas y condicionan su comportamiento. Es uno de los deportes favoritos de estos sujetos: lanzar "globos sonda" hacia el gran público, preparándolo de forma subliminal para lo que se avecina.
Sobre Huxley y su Mundo Feliz hablaremos en otro momento. Hoy nos centraremos en Jorgito, un "héroe" que ya hace tiempo que cayó de su pedestal. Basta con seguir un poco su biografía para encontrar detalles inquietantes. El primero, que su nombre real era Eric Arthur... Blair. Bueno, puede ser casual. Blair debe ser un apellido tan común en Inglaterra como Campos en España. Pero lo siguiente causa estupefacción: Orwell-Blair era alumno de... Eton College. Estamos hablando de una escuela pública institución de donde salieron diecinueve primeros ministros británicos, príncipes, académicos, escritores, diplomáticos y héroes militares. Es como el internado de Harry Potter, sólo que la magia la usan para otra cosa. Eton es la cuna de las élites del Reino Unido. La disciplina es total, pero te dejan que pienses a tu aire. O sea: el nido perfecto de todo anarco-capitalista. Por cierto: Huxley también era alumno de Eton. Qué casualidad.
El tan mitificado troskista-pijo acabó sus días como una vieja amargada, bebiendo té a las 17:00 con oficiales de inteligencia en plena guerra fría. Según Jorge Ángel Hernández, Orwell-Blair "desempeñaba su papel de colaborador activo de la CIA, sobre todo a través del intelectual agente Arthur Koestler, con quien bromeaba calculando el grado de traición que podría alcanzar [...] su lista de denuncias. En su meticuloso diario, Orwell compiló los nombres de treinta y cinco personas en 1949, pero engrosó rápidamente el número en ese mismo año hasta llegar a 125 sospechosos de simpatizar con el comunismo o de colaborar con él directamente".
Así pues, no es de extrañar que este individuo escribiera una obra trascendental sobre la ingeniería social, de gran alcance e impacto. Orwell escribió 1984 como alegoría de un régimen comunista que controla el pensamiento de sus ciudadanos; pero la ironía es que su obra ha acabado siendo el destino del occidente capitalista y liberal. Cuando uno enciende la tele para ver la CNN, TV3, Antena 3 o visita la web de diarios como El País, o incluso los "progresistas" Público o El Diario.es se encuentra ante las puertas mismas del Ministerio de la Verdad inventado por este alumno de Eton.
La moda de ser vulgar, mediocre, estúpido e ignorante
En resumen, estos liberales, quienes según su historiografía nos libraron del antiguo régimen aristocrático y feudal, han acabado siendo la aristocracia de un nuevo feudalismo, un mundo donde 200.000 personas controlan, explotan y manipulan a 7.000 millones. Y para evitar que toda esa masa les caiga encima y les haga puré cuentan con un arma demoledora: el control de tu cerebro. ¿Qué mejor que una dosis de estupidez, ignorancia, alienación y condicionamiento de la conducta?
El producto de todo este tinglado es desolador. Hoy en día es muy corriente encontrarse con anormales llenos de tatuajes, con una cresta de color fucsia y una cadena al cuello, cuya máxima ilusión en la vida es la resurrección de Michel Jackson.
Un personaje a imitar, sin duda |
Las 10 estrategias para la manipulación de masas es un texto ampliamente difundido en Internet. Se ha atribuído al gurú "disidente" Noam Chomsky, descendiente de judíos ucranianos. Sin embargo, su verdadero autor es Sylvain Timsit, un intelectual francés del que se sabe bien poca cosa. A grandes rasgos, esas 10 estrategias están bien explicadas. Son el pan nuestro de todos los días.
Advertencia: el siguiente vídeo contiene imágenes de Belén Esteban que te pueden hacer vomitar.