La historia nos depara a veces sucesos cómicos, a la vez que aleccionadores. Un documental del Canal H sobre la Mafia narra un desternillante episodio, acaecido en una estancia del dictador fascista Benito Mussolini en Sicilia.
Mussolini aterrizó en Palermo el 6 de mayo de 1924. Tenía programada una visita oficial de quince días. En ese momento, el Duce no tenía las ideas claras con respecto a la Mafia, pero pronto su conocimiento sobre dicho fenómeno se profundizaría. En visita a Piana degli Albanesi, iba acompañado en el coche por el "alcalde" de dicha localidad, Francesco Cuccia. Mejor dicho: Don Ciccio. Éste mostraba en su pecho la Cruz de Caballero del Reino a pesar de estar instruido en ocho cargos por asesinato, todos ellos archivados por falta de pruebas. En un momento dado, Mussolini se sintió incómodo con el comportamiento del sujeto que iba sentado a su lado. Don Ciccio, a su vez, consideraba un insulto que el dictador fascista fuera seguido por una multitud de guardaespaldas y policías. Con cierta familiaridad, agarró del brazo a Mussolini y de forma confidencial, guiñando un ojo, dijo: Perché vi portate dietro gli sbirri? Vossia è con me. Nulla deve temere! [¿Por qué va usted rodeado de policías? Está usted conmigo. No tiene nada que temer] Mussolini no respondió. No se fiaba ni un pelo.
Atención con esto: un dictador fascista todopoderoso tenía que hacer uso de todas las cautelas mientras visitaba su propio país.
Mussolini había programado una arenga pública en la plaza del pueblo. En sus actos estaba acostumbrado a grandes multitudes que le vitoreaban. Pero ese día sólo fueron a escuchar su discurso dos jorobados y un cojo [!!!]. La Mafia le mostraba sutilmente su poder sobre Sicilia. Le humillaba públicamente. De inmediato, regresó a Palermo en su coche. Al día siguiente habló en Agrigento y su declaración a la prensa era de guerra total contra la Mafia.
La "familia" al completo |
La visita de quince días quedó reducida a seis. El 12 de mayo Mussolini se encontraba de nuevo en Roma, dispuesto a acabar con una organización privada con ánimo de lucro que anteponía sus intereses a la autoridad del Estado. De inmediato convocó a los ministros De Bono y Federzoni y al jefe de la policía. Para ellos, el hombre capaz de vencer a la Mafia siciliana era Cesare Mori. Mussolini ordenó que se le convocara de inmediato. A finales de 1925 se consiguió el primer éxito: más de 700 arrestos de mafiosos acusados de asesinato, robo de ganado, robo con premeditación, usurpación de funciones públicas, extorsión, chantaje, etc etc. A ello le siguió una operación, tal vez la más espectacular, en la ciudad de Gangi, entre Nicosia y Castelnuovo, donde desde hacía más de treinta años reinaban las bandas de Andaloro y Ferrarello, ambas capturadas en su totalidad entre. marzo y abril de 1926. Nuevos éxitos y nuevas detenciones se vieron en Termini, Imerese, Marsala, Mazarin, Castelvetrano y Gibellina. Mes tras mes, cientos de arrestos liberaban de "hombres de honor" grandes zonas de Sicilia. El 26 de mayo de 1927, en la apertura del debate sobre el presupuesto de la Gobernación, Mussolini dio un discurso en la Cámara: No hablemos de la nobleza y caballerosidad de la Mafia -dijo-, si realmente no queremos insultar a toda Sicilia. Fue su mayor y único éxito: restablecer la autoridad del Estado. Mussolini había conseguido acabar con la Mafia Siciliana.
Desgraciadamente, los tontolculos de los americanos tomaron Sicilia en julio-agosto de 1943 y liberaron a todos los mafiosos de sus celdas. Los confundieron con "el poder democrático legalmente establecido" y los restituyeron en sus cargos. Es lo de siempre: los americanos identifican "democracia" con cualquier cosa. Incluso creen que su propio país es una democracia.
La Mafia se había mimetizado en el poder fascista de Mussolini con no pocas aportaciones en metálico. De la misma forma, una vez acabada la IIGM, hicieron lo propio con la Democracia Cristiana, un partido artificial inflado de créditos yanquis y bendiciones vaticanas para luchar contra el pavoroso poder del Partido Comunista Italiano. Era normal que la Mafia hiciera buenas migas con la Iglesia Católica. Cabe recordar que el catolicismo tiene como Gran Capo a un tipo que aplica como nadie la divisa "págame un canon por protegerte de mi mismo". Si no, vendrán el Apocalipsis, el Armagedón, el Día del Juicio Final, Sodoma y Gomorra. Que nadie crea que Al Capone fue el inventor de las agencias de seguridad donde el peligro y la protección parten de la misma fuente.
De todos modos, Mussolini no estaba haciendo otra cosa que aplicar el sentido común. En 1992, el Estado italiano, esta vez democrático, estaba de nuevo en guerra contra la Mafia. Ésta estaba controlada por el sanguinario Toto Riina [izquierda], de infausto recuerdo. Los clanes familiares de la isla estaban en medio de una reyerta sangrienta por el control del tráfico de heroína. La República nombró a Giovanni Falcone fiscal especial anti-Mafia. Fue asesinado el 23 de mayo de 1992. La autopista sobre la que viajaba fue volada literalmente bajo su coche.
Un hombre debe hacer aquello que su deber le dicta, cualesquiera que
sean las consecuencias personales, cualesquiera que sean los obstáculos,
el peligro o la presión. Ésta es la base de toda la moralidad humana. Falcone parafraseando a JFK.
Su sustituto, y amigo, Paolo Borsellino, se encargó de seguir con el macroproceso a la Mafia. Fue asesinado apenas dos meses después. Un carga de 100 kg de trinitrotolueno hizo explosión causando su muerte y la de cinco miembros de su escolta. Dos días después, el gobierno democrático italiano decidió ocupar militarmente la isla de Sicilia.
Atención con esto: un Estado democrático invadiendo militarmente una zona de su propio país. Mussolini se limitó sólo a una gran redada policial.
Es una pena que hasta un dictador fascista tuviera tan buen criterio para entender una cosa que es muy simple. Las corporaciones privadas, sectas, negocios, iglesias, bancos, logias, empresas, fondos de inversión, consultorías y otras mafias, sean cuales sean los procedimientos que usan para enriquecerse, nunca pueden estar por encima del poder legalmente establecido, ni instaladas en él como un poder omnímodo y residente. El Estado, siempre que se entienda como aparato velador del bien común y el interés público, debe garantizar que ningún interés privado con ánimo de lucro se sobreponga por encima del bien común.
La Mafia acabó con su largo historial de tiros en la nuca y vendettas sangrientas. Lo que no se sabe es como camufló sus capitales y en que se basan sus actividades desde entonces. En un mundo donde el crimen globalizado ya no entraña como antes los cañones humeantes de las pistolas, sino los delitos contables ejecutados mediante la especulación y el condicionamiento artificial de los mercados, cabe suponer que la lucha de Mussolini y Falcone fue quizás completamente inútil.
Este documental aclara muchas cosas sobre la naturaleza de la Mafia.