Al parecer, ayer sacaron una versión re-re-re-masterizada del White Album de los Beatles, una obra maestra de las pocas de las que puede alardear la música pop contemporánea. Si lo comparamos con la especie de música que escucha esa gente conocida como “Milennials” es como comparar a Mozart o Beethoven con el Fary.
Pero vamos al grano. El disco está de aniversario estos días, pues cumple justamente 50 años. Yo tengo la gran suerte de disponer de la copia en vinilo nº 4.280.591...
...o sea, que ya os podéis imaginar lo que me importa a mí la remasterización de los cojones. Donde se ponga un vinilo analógico que se quiten las re-re-remasterizaciones… El disco lo compré en 1978 y está empezando a acusar el paso de los años. La portada original en blanco inmaculado ha adquirido un tono amarillento inevitable.
En el álbum figura el nombre de la banda en relieve y ese número de serie. A priori, eso quiere decir que 10 años después de su lanzamiento ya había vendido más de 4.000.000 de copias. Me parecen pocas.
En el álbum figura el nombre de la banda en relieve y ese número de serie. A priori, eso quiere decir que 10 años después de su lanzamiento ya había vendido más de 4.000.000 de copias. Me parecen pocas.
Tal como me imaginaba, Lennon y McCartney en esa época no se podían ni ver; por supuesto, por culpa de Yoko Ono. El disco no es más que un puzzle de pistas superpuestas, muchas veces grabadas por un mismo músico y en días distintos. Un ejemplo: a McCartney no le gustaba la batería en un tema, borraba la pista de Ringo y ponía la suya propia. Seguramente, Lennon y McCartney hicieron su trabajo de grabación sin ni siquiera cruzarse en un pasillo. Según leo en Wikipedia, de la totalidad de los temas del álbum, sólo 16 cuentan con la participación de los cuatro miembros de la banda. Varios ingenieros de sonido, entre ellos el inefable George Martin, y diversos estudios de grabación, fueron protagonistas de lo que se podría denominar el monstruo de Frankenstein de los Beatles.
Y sin embargo, pese a su artificiosidad, estamos hablando de un álbum -doble, además- lleno de temazos, algunos de los cuales son el paradigma de la perfección.
En los surcos hay canciones inolvidables que aún hoy escucho. Quiero resaltar Piggies, una composición de George Harrison, con adornos de clavicordio, que describe las cenas de la gente convencional con bastante precisión.
Otro tema maravilloso es Everybody got something to hide except me and my monkey [Todo el mundo tiene algo que ocultar excepto yo y mi mono] La mítica banda de Liverpool estaba en estado de gracia, incluso para elegir los títulos de sus temas, a pesar de que la extinción era inminente. Es lo que tienen los momentos de máxima decadencia. Los Beatles eran en ese momento como una supernova: irradiaron una luz cegadora antes de extinguirse.
Esta obra contiene piezas precursoras del hard-rock y el punk como Helter Skelter, momentos de recogimiento como Good Night, Blackbird, Mother Nature’s Song, Martha my dear [dedicado a la perra de McCartney] o Julia; homenajes al music-hall, como Honey Pie, referencias a sus inicios en el rock'n'roll clásico como Revolution, Birthday, Why don't we do it in the road, Back in the USSR o el contundente Yer blues; temas de un psicodelismo delicioso, como el maravilloso Savoy Truffle o Wild Honey Pie, aparte de todo un rosario de temas de lo más diverso como Sexy Sadie, Dear Prudence, Cry Baby Cry, etc. Todo muy completo.
1968 fue el Año de la Revolución. La juventud mundial se levantó contra la guerra del Vietnam y contra el orden establecido por la generación anterior a la II Guerra Mundial. En todos los rincones del planeta estallaron revueltas. Fue una revolución estéril; mucho ruido y pocas nueces. Fue todo muy testimonial, sin planteamientos, sin alternativas. Muchos eslóganes y pocos proyectos de cambio. Muchos de los protagonistas de aquellas revueltas forman parte del Régimen actual.
El jolgorio acabó con una reacción de los poderes fácticos, que se alarmaron ante la intensidad de la actividad revolucionaria. Y, por supuesto, tomaron medidas; medidas que tuvieron una severa repercusión en la década siguiente. El proceso de contrarevolucón iniciado en esos días dura hasta el día de hoy. El Régimen Neoliberal Ultracapitalista nació de las cenizas de la "revolución" de 1968.
La estrategia de aquella “izquierda” se hizo demasiado visible. Y encima, sacaron el marxismo de las fábricas y lo trasladaron a las universidades. Un montón de intelectualoides que llegaban al orgasmo con Marcuse mezclaron los fundamentos básicos de la lucha de clases con “elementos contraculturales” repletos de “ecología” y “revolución sexual”. Fue un error histórico del que la "izquierda” aún no se ha recuperado.
Pero de eso hablaremos otro día.
El disco de los Beatles {corte 1, Cara A, disco 1} se abre justamente con una canción llamada Revolution. Lejos de lo se pueda imaginar, no es una loa a las revoluciones que asolaban el planeta. NO: es una burla de Lennon a la cantidad de gente que se le acercaba para pedirle dinero para proyectos revolucionarios.
Esto no lo dijo Lennon, sino Lenin: La revolución es obra de revolucionarios profesionales. Y si trabajan en la sombra, tanto mejor.
A partir de AQUÍ podéis escuchar el disco entero [remasterización 2009] en Youtube.