En 1967 The Human Expression se sacaron de la chistera dos o tres singles fantásticos. La banda, originaria del condado de Orange, California, representa la más pura efervescencia del pop psicodélico. Eran vibrantes, hipnóticos, tiernos, luminiscentes y epopéyicos. El sonido de ese año se caracteriza por su magia; son burbujas de colores chillones que explotan en el aire. Nunca en la historia de la música pop se ha conseguido un sonido tan original, tan brillante.
En este blog The Human Expression recibieron un sentido homenaje por su canción estrella, Optical Sound, una perfecta obra de arte. Hoy repito.
No soy el único en sentir una admiración bestial por la catedralicia sonoridad de los sonidos psicodélicos. En 2014, el grupo francés Allah-Las se marcó una versión perfecta en directo de otro de los temazos del grupo norteaméricano. Call me down es quizás un tema simple, cinco o seis acordes, pero la vibración, los juegos de voces, el arpegiado de la guitarra, la vitalidad, el optimismo y la típíca reverberación de la época son una marca registrada, inmortal.
A pesar de ser artistas prácticamente desconocidos, cuya estela se diluyó en la historia en apenas 2 años, se les sigue recordando. ¿Por qué? Fácil, porque esta gente amaba la música y lo ponían todo en ella. Es impresionante que unos artistas de los que no hay siquiera fotos en internet sean tan admirados.
Yo no estaré aquí dentro de 50 años, pero me encantaría ver cuanta gente malgasta su tiempo en versionar los gritis jits de Ricky Martin.