De alguna manera, la gente de mi generación en España fue la primera en compartir su infancia con un nuevo invento llamado televisión. Somos pioneros en la historia, porque para bien o para mal, la caja tonta ha tenido una repercusión brutal en el entorno cultural de las generaciones venideras.
De niño, la salida de clase a las seis de la tarde tenía una cita obligada: los dibujos animados. De los recuerdos más recónditos surgen los dibujos de Popeye y Walt Disney:
Popeye me parecía un residuo del militarismo de la Segunda Guerra Mundial. Y las espinacas me parecían una inmundicia mayor que comer musgo crudo. En cuanto a Disney... Después del palo que me llevé con la muerte de los padres de Bambi caí enamorado de Blancanieves, aunque no me convencía demasiado que viviera rodeada de hombres, por más bajitos que fueran. Por suerte, todavía quedaba la Warner Bros.
A pesar de ser una rémora de los años
50, me parecían una explosión de imaginación llena de una violencia
surrealista muy graciosa. Y además todo era siempre marca ACME, con lo
cual esos chistes repetitivos que hacen gracia por sistema acabaron
siendo un rasgo de mi personalidad, jaja! ... Bien pronto, salieron
dibujos más surrealistas aún y sobre todo más adaptados a los tiempos:
Los dibujos de la factoría Hanna-Barbera y las aventuras surrealistas de la Pantera Rosa marcaban una nueva pauta. Menos violencia, más crítica y una mayor concepción abstracta de la existencia. Los Beatles contribuyeron a ello con una gran película, como no, llena de colorido. Una película en la que se demuestra una de las tesis de este blog. Todo el mundo tiende a regresar a los momentos de su infancia cuando llega a los 20. Esa es la famosa psych-teoría del "regreso al útero". Con el "submarino amarillo" los cuatro de Liverpool, con sus uniformes de húsar, regresaban a su infancia, en plena guerra mundial.
Pero la historia de los dibujos animados no acaba aquí. Ni mucho menos. Lo años 70 no supusieron para nada una evolución de este género. Muy al contrario, junto a un par de seriales lacrimógenos (Heidi y Marco) nos encontramos ante las primeras emulaciones manga de la historia: Mazinger Z, una serie horrible, no por las dosis de violencia, sino por su sentido plano de la existencia y su falta absoluta de sentido del humor.
No es de extrañar que en esa época se siguieran retransmitiendo dibujos de la Warner, de Hanna & Barbera y la Pantera Rosa.
Después de este nefasto precedente de la "cultura manga", cuyos elementos más notables son la violencia sin sentido y el infantilismo más patético, todavía quedaban tiempos de incertidumbre para los dibujos animados. Mientras las viejas series de la Warner, la Pantera Rosa y el Oso Yogui pasaban a ser míticos en la historia de los dibujos animados, los años 80 estuvieron protagonizados curiosamente por series
made in spain como "Dartacan y los tres mosqueperros", "La vuelta al mundo de Willy Fog" y "David el Gnomo". Fue una vuelta a los valores tradicionales de los dibujos animados. Curiosamente, de aquella época sólo recuerdo ahora mismo una serie americana: "los Snorkels", doblada al español en Puerto Rico.
Con la llegada de los años 90, muchos habíamos dejado de ser niños, con lo cual los dibujos animados como que cada día nos interesaban menos. No sé si por casualidad o cauística, justo a principios de los 90 salió la primera serie de dibujos animados que podría ser calificada de "manga". "Dragon Ball" supondría un punto de inflexión en nuestras vidas
animadas.
Fue justamente en ese momento cuando comencé a perder todo interés por
las novedades en el campo de los dibujos animados. Tanta subnormalidad
llena de infantilismo, de ciencia-ficción barata, de fetichismo y
narcisismo combinados a partes iguales, acabaron con mi paciencia. El
manga me pareció una mierda desde el principio. Y me lo sigue
pareciendo.
En este punto de la historia, quedaba claro que el género de los dibujos
animados vivía condicionado por la exigencia de un público adulto que
había crecido viendo series de mucha calidad. A tal efecto, apenas un
año después de "Dragon Ball" surgió un auténtico ídolo de masas:
Loado sea Homer Simpson, pues gracias a él resucitaron los dibujos animados en medio de las tinieblas "manga". "Los Simpson" es una de las series más geniales de la televisión, a la vez que un producto perfecto, pues combina elementos muy equilibrados que la hace tan apta para los niños como interesante para los adultos. Los adultos que habíamos crecido viendo series de dibujos animados por televisión, llenas de sentido del humor y exentas de dramatismo (a diferencia del "manga") agradecimos a dios el nacimiento de Homer Simpson. Homer es Dios. Eso por no hablar de "Futurama", un trabajo de la misma productora con elementos de ciencia-ficción muy trabajados.
Pero esa exigencia
adulta se vería cumplida, en mi caso, casi una década después cuando un día me topé por TV con este personaje:
Kevin Spencer!! Un niño delincuente y drogadicto y su madre prostituta,
maltratada por un macarra a su vez alcohólico. En ese momento me dejó de
extrañar que los dibujos animados los pasaran por la tele a las doce de
la noche. Los adultos que habíamos crecido viendo dibujos animados por
fin teníamos el producto que necesitábamos. Pero la demanda debía ser
creciente, porque pocos meses después volví a encontrarme con otra
sorpresa agradable:
|
South Park! |
El
día que vi el capítulo del señor Mojón un poco más y la espicho de
risa. Eso de sustituir los iconos religiosos por un furullo pescado del
fondo del WC con un colador fue algo que me impactó, tengo que
reconocerlo. No digamos ya el episodio en el que Barbara Streisand
invade la ciudad convertida en robot gigante buscando una clínica donde
le practiquen una rinoplastia. Otros dibujos animados emitidos a las
00:00, en un horario poco infantil. Y es que nuestro nivel de exigencia
demandaba más y más dibujos animados.
Por si fuera poco, últimamente
hemos podido ver series de dibujos animados todavía más descabelladas.
Por una parte, el desternillante Peter Griffin ("Padre de familia"), con
unas aventuras que superan todo grado de surrealismo y un grado de
humor repleto de giros totalmente imprevistos; y por otro "American
Dad", otra serie que lleva a pensar que los dibujos animados han dejado
de ser un género para niños.
Bueno, no: para ellos todavía queda el "manga".